31/3/12

SÓRDIDA Y DROGADA Nº 2

Ya disponible el nº 2 de la revista. Puedes pedirnos ejemplares gratuitos mandándonos un correo a sordidaydrogada@gmail.com
También puedes descargarla en formato pdf (Descargar)

El contenido de este número es (haz click en el título para leerlos):

Portada- Sergio Escribano
1- Presentación de este número
2- Me daba igual la tarde, Sergio Escribano
4- De festival, Marcos D.C.
6- Nosotros, Nemo
7- Poeta, Javier Gonzalo

Este mes empezaremos a subir al blog los textos que formarán parte del nº 3 de Sórdida y drogada.

14/3/12

Poeta, de Javier Gonzalo


          Hombre de su tiempo que se expresa en el silencio del aire que nadie le toca, viviendo su tiempo de soledad, bebiendo su copa con el ruido de los hielos como grito de auxilio al seguro alcohol que piensa vaciar lo más lento posible.

         Acabando esnifando coca en la taza del váter con un desconocido, planeando la falda que, a las palabras sean el agua de los hielos que en la noche se mantienen fríos y a duras penas cruzan el despertar de la civilización melancólica por un sol fiel y preocupado.

         Es mejor que llevar chaqueta y corbata.
 

7/3/12

El frío, el calor y la nada (Acto II), Anónimo


Acto II: El científico

Imagina un corazón higiénico, esterilizado, que late sólo por impulsos neuronales; un corazón desconectado de los ojos, de los puños, de la lengua. Imagina que la sangre que bombea es una sangre perfecta, de un rojo tan puro y homogéneo que apenas se diría humana. Una sangre formada únicamente de glóbulos y plaquetas, de nutrientes y oxígeno, una sangre sin deseos, sin odio, sin herencia, sin sed. Imagina también que esa sangre es bombeada hasta un cerebro. Es un cerebro enorme, lleno de actividad. Un cerebro que gobierna él solo todo un cuerpo; un cerebro autónomo del que dependen absolutamente todos los órganos del cuerpo que dirige. Es el Padre de la vida.

         Estaba siendo un invierno duro. El viejo Prometeo se encontraba es su fría casa de plástico, sobre una fría silla de metal. Hacía tiempo ya que su enorme cerebro andaba racionalmente buscando una verdad: la Verdad. Años atrás, Prometeo escuchaba esta palabra, “Verdad”, y la escuchaba en mayúscula, y se emocionaba, su piel se erizaba y su joven cuerpo, apasionado, enloquecía deseoso de encontrarla. Ahora ya no. Ahora había comprendido que una Verdad implica un Sentido de cuanto le rodea y un Sentido implica una Razón y ésta la eliminación de su juventud, la esterilización de su sangre. Sólo anciano y maduro alcanzaría su anhelada Verdad.

         Prometeo, agotado por los golpes de la vejez, se lamentaba sobre su gélida silla por no haber encontrado aún su Verdad. Creía en ella, sabía que existía, que estaba ahí, en algún lugar del mundo. Miraba al suelo y casi podría decirse que estaba llorando. Pero lo hacía en silencio, sin lágrimas, sin expresión. Prometeo estaba muy cansado. Inclinó hacia atrás su cuello y apoyó la cabeza, con su cerebro gigantesco, sobre el respaldo de su silla de metal. Entonces ocurrió algo. Miró hacia arriba y, sin querer saber si ya estaba dormido o seguía aún despierto, sin saber si aquello era sueño o realidad, contempló sobre él algo increíble.

6/3/12

Nosotros, de Nemo


Nos reconocerás fácilmente, somos los que glorificamos con cánticos a la indecencia: cantamos cada vez que vomitamos el éxtasis de anoche; cantamos cada vez que destrozamos lo que construís; cantamos cada vez que asesinamos nuestra mente por darle vida al cuerpo. No tenemos miedo a la vida o la muerte, tan sólo le tememos a la vejez. Dejamos que las drogas violen nuestros cuerpos por amor al eterno goce del instante – nuestras noches son odas a la juventud.

Nosotros; los hedonistas insaciables, los ojos nocturnos, los perfectamente locos; nos revolcamos en la vida como los cerdos en su mierda; y es que ahí donde vosotros veis lodo, nosotros vemos diversión.

4/3/12

De festival, por Marcos D.C.


Sucio, me dijo. Nunca me habían insultado así, no tan simple y directamente, pero, qué cojones, me gustaba. Y es que no le faltaba razón: llevaba tres días sin dormir, de fiesta constante, en un lugar lleno de polvo, charcos de meadas, potas y kalimotxo derramado por la tierra y las tiendas de campaña. Pero creo que él no se refería a la mierda que llevaba encima; sino a la de dentro.

         No nos jodas, por favor, no lo hemos probado nunca y no tenemos ni idea de cómo va este rollo. Júrame, por favor, que es bueno, que no nos la estás colando. Sí, claro, os lo juro, es cojonudo, mira, yo llevo tres días sin dormir con esta mierda y os estoy dejando los tres pollos por cuarenta pavos; vamos hombre, a poco que os haga ya es un chollo.

         Pobrecillos... Y ahora el Vasco me llamaba sucio. Y ya digo que no le faltaba razón. Que se jodan, le dije, sólo estoy tratando de recuperar la pasta, así son las cosas. Cuando ellos se den cuenta de lo que les he dado entonces veremos qué clase de putada le harán a cualquier inocente para recuperar sus euros; es el ciclo de la vida, tío, así el universo siempre está en movimiento sin llegar a perder nunca el equilibrio. Pero al Vasco no le convencías con ese rollo, es más, ni siquiera yo estaba seguro de creérmelo del todo. El Vasco sabía que yo estaba siendo un buen hijo de puta, un sucio. Sin embargo, ¿qué hizo él?

         Anda, me dijo, dame esos cuarenta pavos y vamos al campamento de los colegas del Oscar a por algo de eme. Bueno, yo no tenía nada en contra del eme, pero en aquella época tenía mis costumbres y a mí lo que de verdad me tiraba era el salvaje acelerón de la divertida anfetamina. Tronco, como sigamos con esta mierda del spiz se nos va a caer el tabique. Joder, Vasco, no digas esas cosas, que me acojonas...