28/5/12

Los edificios gastados, por Harry Winston


Los edificios gastados y llenos
de vida, de vidas, de barro vivo,
vigilaban tu paseo nocturno
mientras una colilla de buen tamaño,
desde el suelo, suplicaba tu atención.

Perdón, ¿tienes fuego?
Y nunca nadie contesta
al desgraciado que enseña sus cicatrices.

En tu bolsillo las monedas,
a cada nuevo paso,
cuchicheaban temerosas,
desesperadas por ser lo último
que en ese bolsillo cuchicheaba.

La suela de tus botas, gastada,
delataba tu sed de descanso.

Tu cabello hambriento de luna
echaba de menos la caricia de sus dedos.

Ahora piensas en tu madre
y en el polvo, en el humo,
en el pasado
mientras enchufas anfetas
y sonríes unos segundos
entre los edificios gastados.

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