30/6/12

El frío, el calor y la nada (Acto V), Anónimo


Acto V: el poeta

Joven forzado a observar
la primavera encerrado.
Lloras y llora contigo
el Hombre, la nada.

Joven Prometeo, modelo
falso de un falso público
y excusa de un falso gobierno.

Te miran los hombres e inspiras
en ellos valores seniles:
justicia, respeto, igualdad...
Encerrado en el tarro suspiras
y gritas sin ser escuchado.

¿Vendrá un nuevo Prometeo
que abra de nuevo tu jaula
y muestre otra vez a los hombres
la mentira de los ancianos?

Ahora eres joven y bello
y no temes la ausencia de fuerza.
Con tus propios brazos le muestras
al mundo que no eres el Hombre.
Rompes, desde dentro,
tu jaula de cristal

Niños, mujeres, soldados...
observan y lloran perdidos;
admiran al hombre del tarro
y ven en su dios-Hombre
a un humano.

Ven carne; y la nada
sustituye al concepto de Orden.

¡No hay ley!
No hay humanidad,
no hay dioses.
Nada hay.

27/6/12

Sin título, de Louise


         Ella habría estado dispuesta a chupársela gratis. A estar de rodillas inmóvil en el parqué de su cuarto. A levantarse e irse cuando se corriera. Sin rechistar. Ella hubiera estado dispuesta a ser cruel consigo misma.
             Y él no quiso.
Pero él no quiso.
Él pensó que solo era un chiste.
Ahora ella piensa lo mismo.

Le hubiera querido como se quiere a un cabrón. Con las bragas por las rodillas y frío en la mirada. En silencio. Un solo día.

– Hijo de la gran puta – gritó la perra.

Él no sabía que los perros hablaban, por eso pensó que era una broma. No pensó que los perros podían amar. Que los perros aman el instante

Las bromas solo tienen gracia en el momento.

26/6/12

Me hueles a viejo, por Harry Winston


Me hueles a viejo, puta;
me hueles a humo y a ratas,
a colchón enmohecido
y a humo
y a ratas.
Me hueles a la madera pegajosa
del suelo de un piso en ruinas;
me hueles a tiempo perdido
y a humo.

Me hueles a un verano frío,
a ese verano en concreto
y a sus noches empapadas en neón.
Me hueles a viejo, puta,
y tu recuerdo es en mi copa
un motivo para acabarla.

Ya me echaste de tu casa
y ahora vuelves a la mía,
a apestarla con tu perfume envejecido
y el viejo sonido de tus tacones.
Si has venido a verme, vete.
Si quieres algo, vete.
Si has venido, vete.
¡Vete!

Vete, que me hueles a viejo
y a humo gris y ratas grises
y a colchón enmohecido
y a madera pegajosa.
Vete, zorra, que me hueles a tiempo perdido.

19/6/12

Tetilla, por Sergio Escribano



     Tetilla tiene miedo de perderse, de que se le pire la pinza, de la policía, de la policía secreta, de los nazis, de Atila el Uno y del futuro. Tetilla se ha acostumbrado a vivir temblando, huyendo en silencio, padece su vida cual almorrana. Es más, Tetilla se ha acostumbrado a esperar más sufrimiento al filo de lo insufrible cada semana y Tetilla ha encontrado una pequeña pomada en reconocer el primer escozor de cada día, el primer sustillo, ¿parece que ha entrado alguien en casa?, ¿no estoy solo? Sale sonriendo a desayunar temiendo que en la puerta un policía le pida que se identifique o que lo registre, y cuando llega al bar libre es cuando nota que todavía no se ha despertado. -¡Un café!- Sí, teme quemarse mientras se organiza el día, de hecho sonríe al quemarse. Suele fumarse un canuto después del café porque teme alterarse, después se fuma otro, luego se toma una energy drink porque teme empanarse y así se le queda el día nebuloso que le gusta, que puedes esperar una sorpresa por cualquier lado y temer a gusto que un enfermo se obsesione con una gilipollez, no por él, si no porque -¿qué voy a hacer cuando le mate?- Y entre estos pensamientos temerarios divertidos llega casi en volandas al laboratorio.

     Cuando Tetilla sale del laboratorio es pura pomada, con aura o algo parecido a nivel más real, iluminado por el miedo, se dispone a concentrar gente y restregarse con todos, y así entra en el Metro por Sol, coge la Línea 3 dirección Sur y se frota con todo el vagón a reventar, con la curiosa circunstancia de que hay quienes le abrazan y se restriegan con él también en pleno clímax de sudor de sardina.

        Pero Tetilla se aburre desconsoladamente y decide empezar a drogarse.

     Tetilla se planta en la puerta del laboratorio, tumba un contenedor de vidrios, grita -¡Disparadme!, ¡disparadme, joder!-, arroja botellas vacías y ríe.

       Tetilla lee la prensa por entretenimiento, pero sabe demasiado.

     Tetilla vuelve al laboratorio, pero en la puerta le está esperando Atila el Uno, taciturno, con sus mejores capas y el rostro envuelto en rabia. Tetilla tiembla de miedo y nota la serotonina extenderse por su cuello mientras se queda completamente absorto en espectar cómo Atila hace una finta y prepara una envestida con su mazo, ¡y lo descarga con violencia! 

     Atila entra en cólera e intenta estrangular a Tetilla, pero las manos se topan con un espectro ilusorio. Esto le hace un montón de gracia a Atila, y suelta una tremenda carcajada. –¡Asique magia..! Yo también sé algo de eso- y prepara un conjuro elaborado que quiere lanzar al viento para atrapar a Tetilla en otra dimensión.

     Tetilla recibe un bofetón y abre los ojos de golpe. –Todo el día enganchado, desenchufa y pela las patatas, que hay que cenar-.

     Tetilla es un puto yonki de una realidad virtual muy real.

13/6/12

Willie Whiskey; borracho y asesino, por Marcos D.C.


     Harry Wallace no podía creer lo que veían sus ojos. Willie, Willie Whiskey, como todos le llamaban, estaba ahí, frente a su porche, con un revólver cargado y amartillado en una mano y una botella casi vacía en la otra. Aquel cretino apenas podía mantenerse en pie mientras provocaba con burdas blasfemias a Harry Wallace.

     Harry se puso en pie y se llevó la mano al revólver. Ni lo intentes, cabrón retorcido, ladró Willie Whiskey. Sin desenfundar su arma, Harry apartó el cigarrillo de sus labios y, escupiendo algunas hebras de tabaco, lo arrojó al suelo de madera. Escúchame bien, Whiskey, le dijo, si no sales de mi propiedad en diez segundos, te consideraré un intruso; y ten por seguro que no soy un tipo al que le guste tratar con intrusos.

     Aquellas palabras no intimidaron al cerdo de Willie Whiskey. ¿Y qué vas a hacer, Harry?, ¿vas a llamar al sheriff Orwel?, ¿a los federales?, no me jodas, maldito perro inglés; hoy he venido a acabar con tu miserable vida. Ese jodido borracho no sabía lo que decía, pensaba Harry Wallace, venir aquí, a su propia casa y amenazarle a él... Te lo advierto, escoria, si no te alejas de mi casa, serás tú quien tenga que pedir ayuda a los federales.

     Willie Whiskey apuró de un último trago su botella y la estrelló contra la puerta. Sin dejar de tambalearse, apuntó a Harry Wallace y apretó el gatillo de su Colt. El disparo no asustó a su objetivo, pues la bala fue a parar a un metro de su pecho. Rápidamente y sin que apenas le palpitase el corazón, Harry Wallace desenfundó su revólver y disparó al borracho, hiriéndole en el brazo. Te lo advierto, Whiskey, le dijo, la próxima irá directa a tus sesos. Pero aquel bastardo alcohólico no le quiso escuchar y entre gritos de dolor, arrojó un tiro desesperado que, por pura casualidad, impactó de lleno en el cráneo de Harry Wallace.

     Años después, Willie Whiskey seguía emborrachándose y matando gente inocente y respetable hasta que, un buen día, la sífilis contraída por una mala puta a la que violó cerca de Missouri, le llevó a la tumba. Murió borracho; algunos cuentan que entre carcajadas. Mientras tanto, la familia de Harry Wallace no dejó de llorar la muerte de éste buen hombre, asesinado a manos de un miserable bastardo que, como ellos dicen, no supo nunca apreciar la vida.

10/6/12

Cuando te baja, de Malec


Ir al baño por la mañana
baldosines sucios y helados
ceniza y sangre.
Cuerpos desilusionados, cuerpos que pesan y decepcionan
alrededor del lavabo
la negra peste de las cosas infames.
Este temblor de carnes obscenas
este frío oscuro
y el caer más inhumano 
o más humano
de una enferma al suelo.
Este tráfico que la estratosfera
nunca conocerá. Esta es 
la infamia de los cuerpos desnudos puestos a arder
bajo la luz atávica del hombre.

6/6/12

Veneno desviado, de Homero


Antes soñaba,
contigo.
Sueño ahora
que te ofrecen un tripy
con mi cara
y te lo tomas.

No hay más vidas
si llegas tarde.
¿O qué tienes por ahí?
Saca tus cartas,
luce tus trucos,
resucítame del público.
Mierda.
Púleme, cuélate de una vez en mi copa.
Y se acabó.
No pienso seguir.

Sé que no tengo tu antídoto.
Y es cierto,
sueño que te dan un tripy con mi cara
y me lo traes diciendo
-Mira.

Con esa cara tuya
que no dice nada.