9/3/13

SÓRDIA Y DROGADA, Nº13



Especial Aniversario

Bienaventurados los malditos, los malignos, los sucios, los dragones de ojos rojos, los caídos, los olvidados… pues suyo es el reino de la locura. Bienaventurados y bienvenidos. Nuestra revista desprende el olor de los vagabundos arraigados al asfalto. Pero no somos vagabundos, y eso nos da un aspecto más infectado, más ambiguo. Sí, sí, ¡ambiguo! ¿Vais a pegarnos?

Desconfiad de nosotros, no os prometemos nada. Pero escribidnos, escribidnos cuando vuestros pensamientos se tropiecen ante la duda de si querer o despreciar la (de)-generación-social de nuestra época. No odiamos ni amamos nada en concreto, se nos hace extraño hacer juicios de valor sobre las cosas, también sobre las personas. ¡Nihilistas!, nos llaman…. Como quieran, pero nosotros desconfiamos de las palabras del siglo XIX y, por tanto, de sus ideales. Coño, en realidad, desconfiamos de todos los ideales y eso forma parte de nuestro irónico romanticismo.

No somos narradores, sino históricos; no somos escritores, sino gente que escribe; no somos poetas, sino jóvenes con impulsos desordenados a la hora de empuñar un bolígrafo. Tenemos la mirada con todos los colores del mundo, pero miramos a algo concreto, al ser humano, y nos divierte ver la desmesura de su altura y bajeza.

Nuestra nausea es estética porque encontramos al vómito estético.           
Escríbenos, léenos u olvídanos sin sentirte mal por ello, es simple, enciérranos en la palabra malditos, en la palabra sucios, en la palabra nihilistas, y, luego, tira la llave. Pero si lees alguno de nuestros textos y sonríes, quizá, seas un bienaventurado.

Contenidos:







Sin título, por Nemo



Perdí el rostro para siempre,
cortado por los cristales caídos
de un cielo roto.
Y ya derrotado en el suelo
fue robado por todas la manos
del mundo y, arrojado al viento
su cuerpo mutilado, para servir
de alimento a un vacío tal,
que hasta el tiempo es allí devorado.   
Mas tuvo suerte mi rostro,
aun pudo guardarle luto
un charquito en el barro lluvioso
al verle exhalar su último gesto.
Y durante el día entero
no pararon de llorar los arboles
sus hojas  con aun mayor prisa
de la que exige el látigo de otoño.
¿Sería tanta la penita que
yo les inspiraba y traía?
Mas yo no la tenía.
Fue tan hermoso desangrarme
sobre aquel segundo
y derramarlo todo.
¡Qué gran peso me quite
al volverme feo
y digno objeto de miradas de odio!
Cuando me puse ante un espejo
y pude pintar en él, sin obstáculo,
sin miedo, cualquier rostro.

Just Porn. Mainstream relationship, por Abraxas


       ¿Por qué pataleas guapita? ¿Es que no te gusta? A mí, impersonalmente, me gusta hacer que te plazcas en el sufrimiento. Deja que siga. Quieres que pare y quieres que no pare. Cariño, eres un principio de contradicción. Estás tan excitado y yo ando tan indiferente que tengo que reírme sí. Pero no en tu puta cara. No frente a un rostro que no me interesa. A mí me hace reír el juego, el juego de ver como haces que te escapas. Porque eres un simulacro de ti misma bonita ¿No lo ves? Da igual que vayas de ama de casa decente o de puta respetuosa. Pero no creas que pararé cuando acabe el placer. Yo no quiero parar. Y tú tampoco puedes hacer que pare porque ¿cuándo una fuerza menor frenó a un torrente? Eso es contranatura, eso es socrático.

     Ni siquiera me miras. Te soy tan indiferente como tú a mí. Y sin embargo hay una diferencia casi esencial entre nuestras miradas, que no son mutuas. 

      La diferencia es que tú te das asco. No mires ahora al párroco que entras; sólo quiere agua para calmar la sed después de haber bebido. Eres la culpable zorra de un camino que se pierde en un bosque demasiado transitado. Porque no te creas que eres nueva en esto. Ya antes que tú muchas han recorrido el camino. Recorres estelas porque cualquier camino que se toma es una estela.

No te sienta nada bien andar con tacones por un camino de barro y por eso te los quitas ¿lo ves? te das asco. Y sin embargo era de las pocas cosas que me hacían gracia de ti. En el momento en que empezaste a embarrarte con la jauría de amigas con las que tomas hora té hora gintonic tuve una erección que me hizo vomitar. Fue el placer de la liberación. El placer de saberme libre desde el placer de saberte muerta en ese Nirvana tuyo que es el mainstream, tranquilo, estoico. En ese momento ya no me ponías cachondo. Cuando me veías mojabas las sábanas y decías que te gustaba. Pero sólo eras un costumbrista porreta y me hacías humo. Y yo, que pensaba que ganaba, me moría en el simulacro que me llevó a la muerte después de tu simulacro

Tetas, por la Cierva



     Salieron del Odiñas dando tumbos, hacía tiempo que habían dejado de comer tapas y el astuto camarero les rellenaba los vasos sin que ellas lo pidieran. Tres botellas de Riveiro, más los previos botellines y los posteriores chupitos de licor café, como buen bar gallego. ¡Te has llevado la botella y no estaba acabada! Juan enseñó una botella vacía que estaba al lado del fregadero. Sí vale.. ¡Eh! Nos ha quitado dos botellas que no estaban todavía vacías, me estoy cabreando. Desde el otro lado de la barra Juan no quería que el espectáculo acabase y sacó los vasos de chupito antes de empezar a recoger para cerrar. A las chicas se les olvidó rápido el vino blanco cuando vieron el oscuro líquido saliendo de la botella.

     Dejaron atrás Galicia y se dirigieron al parquecito del barrio de siempre. Se hicieron un porro para bajar el globo que las desequilibraba en las arenas movedizas bajo el columpio. Una de ellas potó sin moverse del banco mientras las otras dos se reían del pedo que llevaba. La vomitera actuó como in passe y empezaron a pensar dónde continuar la fiesta. Una de ellas abandonaba aprovechando la inflexión, así que quedaban la potadora y su mejor amiga con las ganas por las nubes.

      Decidieron comprar unas latas en la gasolinera de camino a una discoteca latina que abría los martes. Callejeando por las estrechas aceras llenas de curvas y cuestas, o eso parecía, surgió a lo lejos una señora con una maleta que las hacía señas para que se detuvieran. La mujer tenía la piel tostada, ojos claros y el pelo muy oscuro que le caía por los hombros en perfectas ondas.

     Tendría alrededor de cuarenta años y vestía con una falda de tubo bajo una gabardina roja que adivinaba su esbelta figura. Chicas, ¿sabéis dónde puedo encontrar un hotel? Me ha echado mi marido de casa. Tengo dinero. Nuestras amigas estaban tan sorprendidas y borrachas que pasaban del hotel y querían más detalles. Hemos discutido y me ha dicho que me largara, llevamos poco viviendo en esta zona así que no sé de ningún lugar y no ha pasado un taxi en horas. No quiero caminar mucho de noche, me da miedo. Como no sabían de ningún hotel, le sugirieron a la mujer ir con ellas hacia la zona del garito y preguntar por allí. Cuando llegaron le insistieron en que se tomase una copa con ellas. Estoy muy cansada y tengo frío, por favor, acompañadme al hotel, no quiero ir sola. Las chicas accedieron sin mucha vacilación, era todo tan extraño que había que continuar.


     Encontraron el hostal que les había indicado la camarera del Tropical Club y acompañaron a la mujer hasta la recepción. Había habitaciones. Subid conmigo chicas, tomaremos una copa. Una de ellas se estaba empezando a aburrir, esa mujer estaba chiflada y todo era demasiado raro. Había sacado un fajo de billetes y no entendía por qué estaba ese hostal de chichinabo. Pero la otra se moría de intriga por aquella extraña y atractiva señora y la idea de seguir bebiendo le pareció la invitación a la pista de baile. Se sentaron las tres en la cama y abrieron una botella que les había vendido la de recepción.

     Soy la directora de una de las clínicas estéticas de mi marido, tomad mi tarjeta. Hacemos aumentos de pecho a muchas famosas. Yo, sin embargo, nunca me he operado las tetas. Tengo unas tetas preciosas. Mirad.