-Hola
chiquilla.
-Qué
pronto has llegado hoy a casa...
-Sí. No
había trabajo en la fábrica y nos han soltado a unos cuantos a la hora de
comer.
-Esta
semana te han dado muchas tardes libres, estarás contento ¿verdad?
-Sí,
chiquilla... muy contento. Anda, tráele algo de beber a tu viejo.
-No
queda whisky, papaíto, mamá se ha terminado la última botella esta tarde.
-¡Esa
zorra! ¡Cuántas veces le habré dicho que no toque el jodido whisky! ¡El whisky
es para putos hombres, joder!
-Eso es
lo que yo le decía, papaíto, pero no paraba de llorar y decía que no encontraba
sus pastillas y que le dolía mucho la cabeza. Le dije que te ibas a enfadar
mucho y mamá contestó que eres un puto bastardo... Lleva durmiendo desde
entonces y no he encontrado su monedero para comprarte otra botella. Lo siento
papaíto...
-¿Que
lo sientes? ¡No eres más que una zorra como tu madre! ¡Consíguele a tu viejo
algo de beber o me quito el cinturón ahora mismo!
-Pero
papá...
-¡Ven
aquí!
-No,
por favor, papaíto... No te quites el cinturón, yo no he sido... Se lo he dicho
a mamá, te lo prometo. ¡Le he suplicado que no se la bebiera! Pero aún queda
vino, papaíto. Te traigo el vino, pero por favor, no te quites el cinturón...
-Cierra
la boca y tráeme el puto vino. Malditas hijas de puta... Se mata uno a trabajar
para que se lo paguen así. ¿Qué cojones tengo que hacer para que se me respete
en esta puta casa?
-Ten
papá...
-Muy
bien hija... Ahora ven aquí. Siéntate con tu papaíto... Eso es... Cada día
estás más grande y más bonita. Pronto serás una mujercita hecha y derecha, ¿eh?
Y todos los hombres te querrán. Pero tú sabes que sólo puedes querer a tu
papaíto, ¿verdad chiquilla?
-Sí,
papá...
-Muy
bien, así me gusta. Sólo a tu papaíto. No como la guarra de tu madre. Cuando la
conocí, se dedicaba a calentar las pollas de todos los clientes del bar. A mí
me dejó la copa en la mesa mientras me abría la bragueta. Yo le solté tal
bofetón que le abrí el labio, pero aprendió la lección... Esa zorra se llevó lo
que se merecía y ella lo sabía. Yo soy un hombre de verdad, ¿sabes hija? Y no
iba a dejar que me calentara como a otro cualquiera. Así es como conquisté a tu
madre, le iban los tipos duros y no hay un cabrón en esta ciudad más duro que
tu viejo.
-Lo sé
papaíto...
-Ahora,
hija, ayúdame a quitarme el cinturón. Eso es...
No hay comentarios:
Publicar un comentario