16/2/12

El frío, el calor y la nada (Acto I), Anónimo


Acto I


Lo que sigue a este primer acto introductorio no es más que una historia (una leyenda, un mito si se quiere). Historia que relata la vida de un hombre y que no pretende pasar desapercibida entre los integrantes de mi generación. Una generación que se desarrolla en un entorno donde los valores, viejos y nuevos, se muestran débiles y enclenques; un entorno que le pone un precio a todo y donde parece que la ética misma puede comprarse; donde todo Orden se muestra absurdo e infundado. A nosotros, los jóvenes, se nos cae el cielo sobre nuestras cabezas y lo que las más desgastadas generaciones nos han ofrecido es una Felicidad, una Verdad, una Moral, una Razón que nunca nadie ha conquistado.

Tras nuestros pasos dejamos odio, violencia, drogas, nihilismo, consumo, competencia, exceso... Nos abandonamos a la diversión, con minúscula, y al instante. “El pasado ha pasado y por él nada hay que hacer; el presente es un fracaso y el futuro no se ve” (Eskorbuto). ¿Y ante esto qué? Ante esto el abandono a lo que siempre ha sido despreciado y que hoy aparece como respuesta a una generación olvidada, cansada desde edades tempranas, que observa con indiferencia cómo el viejo mundo pisotea sus propias leyes para fundar otras que de nuevo serán humilladas. Traemos bajo el brazo la dinamita que arrasará con todo y otorgará al mundo la última gran humillación: la de la absurda ley de las múltiples leyes.

La historia que viene a continuación es la historia, completamente manipulada y distorsionada, del hombre hasta el día de hoy. Hasta la quinta de los despreciables.

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