21/4/12

Eutanasia activa, Cuandolohasperdido


Un día cualquiera, sin previo aviso, le salió un padrastro en el dedo corazón de la mano izquierda. Aunque sabía que era justo lo que no debía hacer, se lo mordió. Empezó a tirar y la piel se levantó deprisa, como una carrera en una media. Al final, mezcla de ansiedad por acabar y de horror, terminó por despellejarse el dedo, la mano, el cuerpo.

En su testamento vital había optado por la muerte si sufría.

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