9/3/13

Tetas, por la Cierva



     Salieron del Odiñas dando tumbos, hacía tiempo que habían dejado de comer tapas y el astuto camarero les rellenaba los vasos sin que ellas lo pidieran. Tres botellas de Riveiro, más los previos botellines y los posteriores chupitos de licor café, como buen bar gallego. ¡Te has llevado la botella y no estaba acabada! Juan enseñó una botella vacía que estaba al lado del fregadero. Sí vale.. ¡Eh! Nos ha quitado dos botellas que no estaban todavía vacías, me estoy cabreando. Desde el otro lado de la barra Juan no quería que el espectáculo acabase y sacó los vasos de chupito antes de empezar a recoger para cerrar. A las chicas se les olvidó rápido el vino blanco cuando vieron el oscuro líquido saliendo de la botella.

     Dejaron atrás Galicia y se dirigieron al parquecito del barrio de siempre. Se hicieron un porro para bajar el globo que las desequilibraba en las arenas movedizas bajo el columpio. Una de ellas potó sin moverse del banco mientras las otras dos se reían del pedo que llevaba. La vomitera actuó como in passe y empezaron a pensar dónde continuar la fiesta. Una de ellas abandonaba aprovechando la inflexión, así que quedaban la potadora y su mejor amiga con las ganas por las nubes.

      Decidieron comprar unas latas en la gasolinera de camino a una discoteca latina que abría los martes. Callejeando por las estrechas aceras llenas de curvas y cuestas, o eso parecía, surgió a lo lejos una señora con una maleta que las hacía señas para que se detuvieran. La mujer tenía la piel tostada, ojos claros y el pelo muy oscuro que le caía por los hombros en perfectas ondas.

     Tendría alrededor de cuarenta años y vestía con una falda de tubo bajo una gabardina roja que adivinaba su esbelta figura. Chicas, ¿sabéis dónde puedo encontrar un hotel? Me ha echado mi marido de casa. Tengo dinero. Nuestras amigas estaban tan sorprendidas y borrachas que pasaban del hotel y querían más detalles. Hemos discutido y me ha dicho que me largara, llevamos poco viviendo en esta zona así que no sé de ningún lugar y no ha pasado un taxi en horas. No quiero caminar mucho de noche, me da miedo. Como no sabían de ningún hotel, le sugirieron a la mujer ir con ellas hacia la zona del garito y preguntar por allí. Cuando llegaron le insistieron en que se tomase una copa con ellas. Estoy muy cansada y tengo frío, por favor, acompañadme al hotel, no quiero ir sola. Las chicas accedieron sin mucha vacilación, era todo tan extraño que había que continuar.


     Encontraron el hostal que les había indicado la camarera del Tropical Club y acompañaron a la mujer hasta la recepción. Había habitaciones. Subid conmigo chicas, tomaremos una copa. Una de ellas se estaba empezando a aburrir, esa mujer estaba chiflada y todo era demasiado raro. Había sacado un fajo de billetes y no entendía por qué estaba ese hostal de chichinabo. Pero la otra se moría de intriga por aquella extraña y atractiva señora y la idea de seguir bebiendo le pareció la invitación a la pista de baile. Se sentaron las tres en la cama y abrieron una botella que les había vendido la de recepción.

     Soy la directora de una de las clínicas estéticas de mi marido, tomad mi tarjeta. Hacemos aumentos de pecho a muchas famosas. Yo, sin embargo, nunca me he operado las tetas. Tengo unas tetas preciosas. Mirad.

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